A veces llegamos a un punto en que es obligado hacer una pausa y echar la mirada atrás, aunque corremos el riesgo de que los autores de la juventud nos arrollen como un tsunami. Hoy les recomiendo un autor que no puede faltar en ninguna librería, ejemplares centenarios, ediciones de lujo, de bolsillo, juveniles, encuadernaciones de todos los colores y diseños. Nada más y nada menos que JULIO VERNE.

Una azarosa vida para un autor del siglo XIX de fantasía desbordante, padre de la ciencia ficción y el genero de aventuras. Escritor, poeta y dramaturgo francés, el segundo escritor más traducido del mundo, después de Agatha Christie.

Verne fue un visionario, un adelantado a su tiempo, posiblemente obsesionado con la ciencia y el conocimiento, que le llevó a imaginar un futuro que hoy es realidad.

Su amplia obra, en cualquiera de las tres etapas de su vida literaria son un descubrimiento, auténticas joyas convertidas en clásicos, elegir una siempre es difícil, por no decir imposible, son muchos los títulos imprescindibles, pero como para gustos se hicieron los colores, yo me voy a quedar con 20.000 leguas de viaje submarino.

Pensar en la fecha que fue escrita es motivo de reflexión, además de quitarse el sombrero.

Ahí queda. Julio Verne.

Hoy les recomiendo a dos autores que, aunque individualmente también publican novelas, algunas muy interesantes, saltan a la fama como autores conjuntos de una saga de aventuras policiacas, veintitrés hasta la fecha.

Creadores de un personaje, Aloysius Pendergast, un atípico agente del FBI al que han dotado de una marcada y misteriosa personalidad.

La serie comienza con la exitosa El ídolo perdido (Relic) (1995), llevada al cine con escaso acierto. Siendo una de esas películas que pierden notablemente en su paso al celuloide desde el papel. Como novela es brillante y vaticinaba una serie, como todas, excesiva, pero fiel para los seguidores, entre los que me encuentro.

Sin duda DOUGLAS PRESTON y LINCOLN CHILD son unos virtuosos del thriller, del genero policiaco y de la aventura fantástica.

Ambos son norteamericanos, Preston vive en Maine, estudió periodismo y además de novelista es guionista. Child, escribe desde niño, y se licenció en literatura inglesa. Ha sido editor y Analista de sistemas.

Ambos son superventas en todo el mundo. Si no lo leíste comienza por El Ídolo Perdido y El Relicario. Pero te advierto que no podrás parar.

Escritor estadounidense del siglo XX, murió en Honolulu en 1993. Un autor que habría pasado al olvido de no ser por el éxito de un par de sus menos de 10 novelas publicadas.

Periodista de profesión, fue columnista político de cierto renombre.

Toda su producción literaria se centró en la ficción política, a la que dotó de verosimilitud. Aventuras e intrigas en las que “la Casa Blanca” siempre estaba implicada.

Un claro precursor de escenarios como los que se desarrollan en la serie “El ala oeste de la Casa Blanca”, “House of Cards”, u otras similares.

Supuso mis primeros contactos con este género que me fascinó entonces y lo continúa haciendo hoy en día.

Destacar de entre sus títulos “Noche en Camp David”, y naturalmente “Siete Días de Mayo”, que escribió en 1962 conjuntamente con Charles W. Bailey II, compañero periodista.

Para mi “Siete días de Mayo”, es una joya en mi biblioteca, una de las pocas novelas que siempre están cerca de la mano. En sí, la novela fue un gran éxito, que consolidó una película genialmente hecha por John Frankenheimer y un elenco de estrellas sin precedentes, Burt Lancaster, Kirk Douglas, Ava Gardner, Fredric March, y grandes secundarios de la época dorada del cine.

Esta novela, además del propio contenido, tiene un significado especial, por el momento en el que llega a mi vida, yo vivía el final de la adolescencia en Zaragoza, lejos de mi León imperial, y la persona que me deja un ejemplar y me lo recomienda, Amalia Rebollar, una amiga de la infancia de mi madre, un auténtico personaje en sí misma, del cual en algún momento les hablaré.

Dos recomendaciones, lean la novela y vean la película.

Escritor, historiador, periodista y arqueólogo italiano, especializado en novela histórica, sobre todo del mundo antiguo.

Saltó a la fama, internacionalmente hablando, con su trilogía sobre Alejandro Magno, Alexandros, pero su bibliografía es dilatada, he leído todo lo que ha publicado en español y nunca defrauda, al menos a sus seguidores, entre los que me encuentro.

Me fascina en especial sus relatos sobre el Imperio Romano, quizás porque siempre me he sentido romano, no en vano fuimos una de sus principales provincias, y una de sus legiones es la fundadora de mi ciudad natal. 

Nuestra sociedad occidental, el Imperio Occidental, que hoy está amenazado de muerte es el producto, la herencia, directa del Imperio Romano, al menos así lo veo yo.

En especial han sido una gran influencia las novelas de Manfredi en las que aparece Marco Tulio Cicerón, quien siempre me ha inspirado.

Y quiero destacar otra novela que, desde el primer momento, con sus juegos argumentales, también me impactó, «La última Legión», curiosamente llevada al cine con un resultado bastante aceptable.

No se equivocan, mi biblioteca privada en papel impreso, no es pequeña.

Irving Wallance fue un escritor norteamericano del siglo XX, nacido en Chicago, periodista que trabajó también como guionista de televisión, aunque como novelista alcanzó fama mundial, de la cual dan fe los más de 250 millones de ejemplares vendidos.

Durante la segunda guerra mundial conoció a Ronald Reagan y trabajó en el ejercito con Frank Capra y John Huston.

Sin duda es un autor poco conocido en la actualidad. Desarrolló su actividad literaria más prolija en las décadas de los 70 y sobre todo en los 80 del siglo pasado. Murió en 1990.

Si bien en mi lista de autores preferidos podeis encontrar expertos en aventuras y política ficción, las novelas de Wallance se adelantaron, al menos en mi biblioteca y en mi imaginación. Intrigas y aventuras de todo tipo que implicaban a la Casa Blanca y sus moradores, “La segunda Dama”, “Documento R”, “El todopoderoso”, “El Hombre” etc. Aunque posiblemente la más popular fuese “El Premio Nobel”, llevada al cine como “El Premio”, protagonizada por Paul Newman.

Para mi representó el descubrimiento de un género que me ha fascinado, y al que siempre regreso.

Irving Wallace, un estelar en el olvido.